Ese estruendo casi divino cuando se quiebran todos los sentido por un Rock and Roll fue el que jugó todo el tiempo en mi mente como abogado y liberó para siempre esta ciega razón de vivir, de tratar de lograr ser la revancha de todos aquellos que la pelearon a un lado, de cerca o muy lejos y no pudieron reir sin llorar.
*Ni una bengala ni un Rock and roll, a esos pibes los mató la corrupción. (No necesito que sea 30/12 para acordarme de los 192 ni de los que están. Luchando sin atajos los invisibles)
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